La investigación científica cobró fuerza tras la aparición de COVID-19, y es que, siendo una enfermedad tan reciente hay mucho por descubrir con el fin de contribuir a la sociedad. Uno de los factores que resultan de vital importancia para el antes y después de tener la enfermedad, es la forma en que nos alimentamos, pues existen estrategias nutricionales que pueden hacer aportaciones a nuestro sistema inmunológico, aquí es donde el selenio toma protagonismo, ¿cómo? Te contamos los detalles.
Diversos estudios han apuntado que el selenio en pacientes con COVID-19 puede contribuir a reducir la inflamación, mejorar la mecánica respiratoria y restaurar la capacidad antioxidante de los pulmones. El selenio es un oligoelemento fundamental para los seres humanos, pues tiene antecedentes de reducción de incidencia y gravedad de infecciones virales, gracias a la selenocisteína, un componente de las selenoproteínas.
Las selenoproteínas cuentan con aminoácido 21, que contribuye a las funciones biológicas, desempeñando un papel fundamental en la patogénesis de enfermedades. Cuando hablamos de infecciones virales, podemos vislumbrar la existencia de estrés oxidativo que puede aumentar ante la deficiencia de selenio. En el caso particular de un síndrome respiratorio agudo por COVID-19, el selenio puede contribuir a la protección de la barrera epitelial dentro de los pulmones, también puede incidir en la función de células B y T, en los pacientes.
Aún falta más investigación para conocer datos concretos sobre el selenio y la incidencia en personas con COVID-19, sin embargo, un estudio de Corea del Sur, descubrió que el 42% de pacientes con la enfermedad tenían deficiencia de selenio y los niveles de éste disminuían a medida que el padecimiento se agravaba. Lo relevante de las investigaciones se abocan a buscar que la población consuma más alimentos con selenio para no presentar deficiencias, pues aquellas personas que lo tienen se han visto aún más afectadas. Entre los alimentos donde puedes encontrar al selenio, se encuentran: carnes rojas, mariscos, pescado, granos, huevo, pollo, hígado y más.
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